martes, 21 de agosto de 2012

Morales Camacho Laura L.


Mi historia de vida… lectora.
Aún recuerdo como si hubiese sido ayer y no hace 17 años el dulce sonido de las cuerdas que el violín de Sandra, mi madre, producía; y cómo las canciones de José José eran interpretadas por Juan, mi padre. Todo ese mundo de magia me parecía irreal, yo dentro del cálido y seguro vientre de mi madre, y ellos en esa ciudad de México tan intranquila. Bajo ese paraíso de bellos sonidos nací yo Laura Luz, una niña que desde la infancia jugó sola por falta de hermanos pero llena de amor por parte de mi abuela y mis padres.
Desde pequeña fui una niña solitaria, tímida y seria, sin embargo, me gustaba sentarme a colorear libros de dibujos o jugar a que era médico. Mi papá me inculcó la creatividad y disciplina de hacer mis tareas limpias, al igual que me inculcó valores y educación ante las personas. Poco a poco fui creciendo y mi gusto por colorear, cambió a que mi madre me leyera todas las noches cuentos e historias. Recuerdo mi alegría al notar que llegaba la hora de dormir para que por fin me leyeran cuentos para niños. Mi interés por los libros acrecentó y leía cuentos por mi misma. Ahora me considero una persona perseverante, inteligente, trabajadora, seria, reservada y un poco insegura.
Actualmente disfruto salir al cine con mi novio, salir los domingos por la tarde a comer con mis padres o caminar por la ajetreada calle Madero en el Centro Histórico u hornear algún tipo de pastelillo o galleta. La repostería y pastelería es mi pasión, es un modo de satisfacer los gustos más recónditos del alma. Soy una persona que prefiere el silencio y la tranquilidad, por lo tanto, disfruto permanecer acostada en mi pequeña habitación acompañada de una buena lectura y  música reconfortante; desde pequeña nunca he sido una aficionada al deporte pero una de las cosas que más disfruto es ir a ver a Pumas jugar en ese estadio patrimonio de la Nación, ver Ballet clásico y practicar la natación. La soledad es mi buena amiga y disfrutamos el tiempo juntas desde que tenía 7 años empezamos una relación muy cercana, nos acostábamos en la resbaladilla que habitaba el pequeño patio de mi casa y juntas nos dedicábamos a observar las nubes en el cielo azul resplandeciente de un fresco verano. Actualmente no trabajo, pero en vacaciones cuando los días eran tediosos solía hornear tartas y galletas para venderlas; o solía hacer guardia en un hospital como servicio social. Ahora que las clases iniciaron me dedico únicamente a la escuela, a mi, a mi novio, a mi familia y a mis gustos.
Tal y como cuando era pequeña, que jugaba a consultar a mis peluches, ahora quiero hacerlo con gente que lo necesita, quiero ser médico para ayudar a las personas que amo y porque creo que México necesita médicos que amen lo que hacen y sientan altruismo por su semejante y no sólo médicos del montón que ven la necesidad de otros como dinero que entra a sus bolsillos.
Debo confesar que uno de mis sueños más preciados es viajar a Nueva York y oler los aromas más exquisitos de las mejores pastelerías de Estados Unidos; viajar a Río de Janeiro y caminar por las asoleadas arenas de sus playas; conocer Alemania y los fúnebres campos de concentración donde ocurrió la masacre más grande de la historia de la humanidad; pero por encima de todo quiero viajar con mis padres a Cancún, conocer esas majestuosas zonas arqueológicas al sur del país, subir con mi novio a la torre más famosa del mundo en Francia para profanar nuestro amor con un cálido beso. Como cualquiera de mis compañeros una de mis mayores metas es egresar de la Facultad con un título de médico, pero más que eso, es saber con certeza que podré ayudar a mis padres, las personas a las que les debo toda mi vida y a quiénes les agradezco plenamente el apoyo en todos los aspectos de mi vida, por que sin ellos y sin su gran amor y cuidado no podría llegar a cumplir el sueño de toda una vida, el de ser médico y realizarme en todo aspecto personal y espiritual. Quiero saber que a lo largo de mi formación académica adquirí cultura general para poder hablar de cualquier cosa, aprender a hablar en 10 años o menos con pulcritud mi idioma y 2 idiomas más. Al igual en 12 años quiero casarme con la persona que me complemente y llevar una vida plena con él, tener dos hijos para que al igual que mi madre lo hizo, leerles cuentos e inculcarles la lectura como hábito; y como mi padre lo hizo, inculcarles la disciplina, educación y el gusto por escribir como él me escribía bellas cartas y palabras de aliento.
A lo largo de mi vida, he de reconocer que tuve periodos en los que la lectura y yo nos alejamos; fue a partir de que a los 9 años mi mamá me regaló el libro de Pedro Páramo fue cuando odié la lectura porque recuerdo la frustración de no entender nada que sentía al leer apenas unas líneas el libro. Pero después a los 12 años mi mamá me compraba libros de ediciones para niños como el fantasma de Canterville o Robinson Crusoe, los cuales amaba leer. Posteriormente al ingresar a la secundaria leí el diario de Ana Frank, ¡Qué bonita forma de iniciar mi vida adolescente!; gradualmente leí cuentos vampíricos y Romeo y Julieta. Recientemente leí a Anne Rice y sus crónicas Vampíricas y la saga de los juegos del hambre. Me agrada leer sobre historia de México y Universal. He llegado a la conclusión que leer Pedro Páramo en mi infancia fue un trauma del que no he salido ya que desde ese entonces no he leído literatura mexicana o iberoamericana.
Considero importante la cultura lectora porque te brinda satisfacciones personales el leer y sumergirte a mundos impensables, el leer textos te permite pensar y actuar de formas diferentes. En el ámbito laboral yo pienso que es importante ya que te contratarían con más facilidad al ver que tienes cultura por tu país y cultura general a que contraten a una persona inculta. 

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