lunes, 20 de agosto de 2012

Iglesias Amaya Andrea


Mi historia de vida lectora.

Hace 17 años, en una cálida tarde de…invierno, el 5 de febrero de 1995, nací yo; Andrea Iglesias Amaya. Única hija de Verónica Amaya y Miguel Iglesias. Y bueno esta es mi breve historia de vida lectora, la cual espero disfruten.

Primero que nada, mi querido lector, he de pedirte de forma muy humilde, que me llames Amaya o Andy; el que sea que prefieras. No es porque no me guste mi nombre, solo que los nombres completos siempre se me han hecho muy formales. Pero bueno, mejor continuemos con la historia. Como ya había mencionado anteriormente, tengo 17 años, y si, soy una adolescente irresponsable, desorganizada y contestona. Pero soy también dedicada y trabajadora, paciente y muy sociable, y el hecho de ser joven me deja mucho tiempo para agregar un par de cosas más a lista de virtudes…espero.

¿Y acaso no es el tiempo bien utilizado, el que acrecienta las virtudes del ser humano?  A mi edad es fundamental tener algo productivo que hacer con tu tiempo, sino puedes caer en malos pasos. Por eso me alegra decir que yo si tengo en que ocuparme, soy voluntaria, en una guardería para niños especiales, y he de confesar que es posiblemente, el trabajo más maravilloso del mundo, y el cual me ha ayudado a crecer como persona.

Un trabajo, no solo te ayuda a crecer. También aprendes, valoras y cuestionas. Por eso quiero trabajar en algo que ame, quiero ser médico pediatra en rehabilitación ¿Por qué? Porque quiero ayudar a todos esos maravillosos seres como con los que trabajo ¿Para que? Para por lo menos hacer yo un cambio.

Un cambio…es algo diferente, es un nuevo método. Yo quiero cambiar la percepción humana hacia lo que es el niño o persona con Síndrome de Down, al trabajar con ellos aprendí lo maravillosos que pueden llegar a ser y lo difícil que es para ellos ser aceptados. Mi idea de cambio, mi sueño más grande, es abrir una fundación. Un lugar en donde aquellos niños con Down, se sientan queridos, protegidos, “normales”. Una organización que haga campañas de conciencia, un espacio para mentes abiertas. Sé que será largo el proceso, quiza por los próximos 12 años de mi vida lo único que haré será estudiar, porque la carrera de médico, no es nada fácil.

 Seré perseverante para lograr mi objetivo cuando leí en libro de la vida de la maestra Sylvia García-Escamilla, aprendi que es posible ella  el  3 de abril de 1972 creó la Fundación John London Down  con el objeto de resolver la necesidad de atender y educar a niños, jóvenes y adultos con síndrome de Down, alteración cromosómica con la que nació Eduardo, el primero de sus 5 hijos. El 31 de diciembre de 1972 el pequeño Eduardo falleció en un accidente, sin embargo, siguió adelante con su misión: Ofrecer atención y educación de calidad a los niños con síndrome de Down y a sus familias. Realmente los libros me han abierto nuevos espacios, desde la secundaria en donde encontré, gracias a mis maestras de Historia y Español, el amor por la lectura.

Y es que no puede haber universitarios, no puede haber médicos, sin una cultura lectora, sin una formación de amor a la lectura. Una persona que ha terminado su carrera, pero no entiende un libro, no comprende lo que dice, es incapaz de poderse llamar universitario. Porque universitario es aquel que comprende hasta la manera más compleja de la lengua, es aquel que sabe cuestionar, admirar y amar un texto. Un médico que se conforma con lo mediocre, que no lee, que no profundiza en lo que dice un párrafo, será un médico que cierre la mente. Yo no quiero ser ese tipo de doctor, quiero que mi cultura lectora llegue más allá del universo de mi inteligencia.

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